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NADA QUE OFRECER Y MUCHO QUE OCULTAR

Hace tanto, tanto, que ya ni me acuerdo, el alcalde de nuestra impertérrita ciudad anunció a bombo y platillo que quería pasar a los anales de la historia por ser el primer primer edil que convocara un debate sobre el estado de la ciudad. En legislaturas anteriores, la oposición lo había pedido pero el gobierno no lo había convocado.
Juan Ávila. en su afán de distingo permanente, fué él, como alcalde, el que comunicó urbi et orbi que haría el llamamiento a los concejales para celebrar tan importante evento político. Desde la oposición aplaudimos la iniciativa, como no podía ser de otra manera.
Pues bien, llegaron los calores, se cayeron las hojas, aparecieron las nieves y los fríos, los almendros florecieron y etc., pero del debate nunca más se supo. Una y otra vez nos dijeron que se convocaría, la última el mes de noviembre pasado.

¿Por qué nuestro alcalde no quiere debatir? ¿Por qué hizo el anuncio y después no lo ha cumplido?¿Cuál es su verdadero miedo?



Nuestra ciudad está triste, sin pulso y sin proyecto. Del gobierno municipal no nace propuesta alguna que ilusione a la ciudad. La legislatura se agotó hace ya tiempo y se ha convertido en una agonía, una dura cuenta atrás a la que le quedan hoy, 12 de febrero de 2014, 466 días.
Tenemos, pues, un alcalde y un equipo de gobierno incapaces de dar respuesta a los problemas de la ciudad y afrontar los retos que ésta tiene; Un alcalde y un equipo de gobierno enredados en múltiples procesos judiciales y condenados por vulnerar derechos fundamentales; y un ayuntamiento en bancarrota que, a duras penas, y gracias al gobierno de España, llegará a 2015, fecha en que el nuevo alcalde se encontrará con una bomba de relojería económica bajo su silla. Y junto a esto, los conquenses nos enfrentamos a una subida brutal de impuestos y a unos servicios públicos cada día más deteriorados.
Esta situación merecería, sin duda, un debate a fondo con el objetivo de buscar soluciones y salidas a este atolladero. La actitud de nuestro alcalde, de seguir escondido en la cueva desde la que gobierna, es la peor de las actitudes ante la difícil situación.


Le pido pues, a Juan Ávila, que no impida el debate porque el tiempo se está agotando. Aunque claro, la verdad es que el alcalde no debate porque no tiene nada que ofrecer y sí mucho que ocultar. ¿O no?

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